A la hora de enfrentarse al diseño de entornos de aprendizaje es clave tomar en cuenta que el 65% de los niños que van actualmente al colegio tendrán puestos de trabajo que todavía no existen. Eso abre todo un abanico de cuestiones a replantearse: ¿Estamos preparando a nuestros niños para la sociedad en la que vivirán? ¿Tiene sentido que el sistema educativo esté basado en acumular información?… Y desde nuestro punto de vista como arquitectos y diseñadores: ¿Están los espacios educativos diseñados para propiciar todo el talento de los niños?
Teniendo en cuenta el dato anterior, tomamos conciencia de la importancia de las nuevas vertientes educativas. Formas de concebir el aprendizaje que se alejan del modelo tradicional y sitúan el foco en el desarrollo de las habilidades del niño. Cambiar el paradigma de la educación, supone necesariamente adaptar los espacios en los que esta tiene lugar.
El espacio debe ser un lugar del que aprender y que fomente la creatividad, el desarrollo del talento individual y el autodescubrimiento. Es decir, cómo aprender a aprender. La individualidad de cada niño, su forma de encontrar la inspiración, cómo se concentra o trabaja en grupo mejor, pasan al primer plano. Hacer diseño de entornos de aprendizaje que respeten la diversidad e incentiven sus habilidades.
Pero, ¿Cómo conseguirlo? El aula, el colegio, el patio o los pasillos… deberían ser lugares heterogéneos que integren diferentes escenarios de aprendizajes. O como diría Rosan Bosch: el entorno concebido como un «paisaje de aprendizaje» y no como un ambiente uniforme (Escuelas que desatan la creatividad).
Los colores, materiales, alturas de techos, espacios pequeños o grandes, diferentes grados de iluminación, la presencia de un determinado mobiliario o no…Todo ello influye en cómo nos sentimos dentro de un espacio: inspirados, motivados, activos, relajados, concentrados… El entorno en su conjunto es siempre un estímulo potente que puede jugar a favor o en contra del aprendizaje.
Crear un entorno físico que consiga que los niños se sientan libres de moverse, construir su proceso, experimentar a través de su creatividad, curiosear y descubrir sus propias motivaciones. Dejar atrás la concepción del aula como un lugar de transmisión de información unidireccional, para ser ese paisaje donde cada niño encuentra su espacio para aprender en función de sus necesidades concretas en momentos concretos.
Por ejemplo, Rosan Bosch habla de diferentes tipos de ambientes:
– Espacio CIMA: entorno enfocado hacia un punto concreto en el que alguien habla o expone para el resto
– Espacio CORRO: entorno para trabajar en equipo, inspirador, informal o no, en el suelo, alrededor de una mesa… Un espacio donde se den las condiciones óptimas para volcar todo el talento individual al servicio del trabajo común.
– Espacio de MOVIMIENTO: entornos donde poder moverse y activar el cuerpo para, a su vez, activar la mente.
-Espacio MANANTIAL: lugares diseñados intencionadamente para provocar encuentros y socializar. Intercambiar inspiraciones e información de forma fluida e informal.
-Espacio CUEVA: entorno que propicie la concentración. Físicamente podría ser un lugar que imite a una cueva, un espacio recogido y aislado, o bien un rincón tranquilo no necesariamente cerrado.
-Espacio de MANOS A LA OBRA: lugares diferenciados o no del resto, donde poder experimentar, ensuciar, tocar, probar cosas,…
Además, una corriente importante en materia de diseño de entornos de aprendizaje es el método Montessori. Sobre todo, por su influencia dentro del diseño de interiores en cuanto a ergonomía y diseño de mobiliario.
Muebles y espacios diseñados a la altura de los niños para que puedan interactuar y conocer su entorno. Como consecuencia, motivarles a ser independientes y lo más autosuficientes posible, reforzando su autoestima y confianza en un entorno estimulante para su aprendizaje.
Al final se trata de crear colegios que ofrezcan la posibilidad de desarrollar todo el potencial de los niños. Llenar de juegos, inspiración, elementos con los que cultivar la curiosidad… los ambientes educativos.
Construir lugares para aprender que respeten la diversidad de los seres humanos independientes que son los niños, atendiendo a sus necesidades específicas. Y sobre todo, que allí donde aprendan encuentren un espacio donde ser autónomos y libres. Porque solo así estaremos creando los cimientos una sociedad futura mejor, compuesta por adultos de valor.
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